Louis XIV, rey desde el 14 de mayo de 1643, no reinó hasta la muerte del cardenal Mazarin en 1661. Francia contaba entonces con 18 millones de habitantes, principalmente paisanos ahogados por los impuestos y algunos nobles en los que el joven rey no tenía confianza alguna.
Louis XIV, conocido por su gran ambición, quiso recuperar el prestigio de Francia y afirmar su potencia económica... ¡Para así convertir su reinado en una gran página de la historia!
La segunda mitad del siglo XVII en Francia estuvo marcada por el apogeo de la monarquía. De hecho, el rey Louis XIV gozó de un poder absoluto y de una gran popularidad. La Guerra de los Treinta Años ya había pasado y el Tratado de los Pirineos de 1659 firmó el fin de la guerra contra los Habsburgo de España.
¡Pero imposible fiarse de la apariencia pacífica de las relaciones entre las grandes potencias de Europa! Entre bastidores, las rivalidades creían y se convertían en una carrera por la preponderancia continental y el desarrollo de las colonias de ultramar.
Ambicioso y consciente de las ventajas de France, Louis XIV quiso convertir su país en la primera potencia del continente.
Sin embargo, para hacer que Francia fuera la primera potencia del continente, Louis XIV tuvo que reformar el país.
El proyecto fue bastante audaz: mejorar las carreteras, acondicionar las vías fluviales, crear puertos, y restaurar la administración en su totalidad.
El rey multiplicó los proyectos de envergadura para proporcionar a Francia las infraestructuras que tanto le faltaban. Sin olvidar, por supuesto, una flota marítima, militar y civil para ampliar su influencia en el mundo entero.
Y por si lo dudaba, toda reforma significativa necesita de una gran financiación, por lo que hubo que rellenar las cajas del Tesoro Real… ¡y rápidamente!
El rey Louis XIV pidió a su recaudador general de finanzas, Jean-Baptiste Colbert, que estableciese una nueva política económica. Su idea fue bastante sencilla: exportar más e importar menos. Una estrategia eficaz y radical para quitarse de encima la competitividad de los productos extranjeros.
El «Colbertisme» se basaba en el desarrollo de la industria y la fabricación para garantizar grandes cantidades de dinero al mismo tiempo que desinflaba las importaciones con el aumento de los impuestos aduaneros. Fue en esta época cuando surgió la fábrica de tapicería de Gobelins en París.
¿Pero cómo abastecer de materias primas estas nuevas fábricas? Colbert mató dos pájaros de un tiro al utilizar las nuevas colonias francesas en América. Creó una marina comercial y militar e incentivó las relaciones comerciales con los países de ultramar ya que Colbert quiso competir con los holandeses y los ingleses retomando el control de las rutas comerciales.
En este contexto económico, el Estrecho de Gibraltar, vía natural entre el Mediterráneo y el Atlántico, se convirtió en un obstáculo estratégico para las grandes potencias...
La provincia de Languedoc, desde la victoria de los Albigenses durante la cruzada contra el condado de Toulouse, se unió a la corona de Francia.
Del siglo XVI al XVII, esta provincia meridional, rica y alejada del poder de París afirmó regularmente su voluntad de independencia y organizó revueltas para conseguir el poder central. Languedoc era una provincia apartada y en ocasiones, difícil de gobernar.
¡Sin embargo, finalmente fue la clase de una nueva orden económica europea!
En este contexto de reafirmación del absolutismo real, el canal de Languedoc fue un desafío principal para la reorganización económica llevada a cabo por Colbert.
De hecho, al conectar el Atlántico con el Mediterráneo, este canal permitió rodear el Estrecho de Gibraltar y así evitar que los impuestos fueran para el rey de España. Además de debilitar la corona de España, el canal ofrecía una vía navegable más segura, alejada de los ataques de los piratas.
Al abrir esta gran vía de comunicación en la Province du Languedoc (una de las más grandes del reino de Francia) se favoreció el desarrollo económico. De hecho, se vio reforzado el poder del rey en el sur de su reinado. Una manera muy eficaz para retomar el control en esta provincia un poco rebelde.
Convencido de los beneficios de la construcción del canal, el 14 de octubre de 1666, Louis XIV nombró a Pierre-Paul Riquet encargado de la construcción del canal y lo ennobleció poco después.
[…] al mismo tiempo, se me presentó otro proyecto también de gran utilidad: unir mediante un canal el océano con el Mediterráneo, para no tener que dar la vuelta a España y pasar de un mar a otro. Fue un proyecto grande y difícil, pero muy ventajoso para mi reinado que se convertiría en el centro y en referente del comercio europeo.
Palabras de su majestad, Louis XIV
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